sábado, 30 de junio de 2012


Agudeza sensorial 

Algo que desde siempre me fascinó es que los ciegos, al perder el sentido de la vista, desarrollan más otros sentidos.

 ¿Alguna vez has notado cómo, después de estar un rato en silencio, oyes los sonidos a mayor volumen? Cuando apagas tu mente, empiezas a ver con mayor claridad y a oír con más precisión. 


Blake propone una serie de ejercicios para potenciar la memoria y la imaginería mental, el oído y tacto.

Para el apartado visual, puedes abrir la nevera, observar unos segundos y después cerrar la puerta y apuntar en un papel todo lo que recuerdes del interior de la nevera.

Qué alimentos tienes, en qué estante están. Escribe todos los detalles que recuerdes. Puedes hacerlo con algunas habitaciones en tu casa. Así te acostumbras a hacer imágenes nítidas, grandes y cercanas en tu mente.

Eso hace fácil también saber cuándo has dejado de hacerlas, además de presentar otras muchas ventajas. Para el oído, enciende una fuente de sonido. Puede ser una radio o algo de música. Al cabo de un par de minutos, bájale el volumen, y déjalo así hasta que tu oído vuelva a acostumbrarse al nuevo nivel y recuperes tu habilidad para captar los mismos matices que en el volumen anterior.

Luego repite el paso anterior, y así hasta que prácticamente no lo oigas. Para el tacto, cierra los ojos y toca diferentes cosas, prestando atención a la textura y preguntándote cómo puedes captar nuevos detalles con cada pasada. Cuando comas algo que te guste, no te digas “¡Qué bueno está!” y te olvides de lo que estás comiendo, sino permanece en silencio en tu interior y busca y encuentra los distintos sabores que se combinan entre sí para dar el sabor general a lo que sea que estés comiendo. Percibe nuevos matices y sensaciones que antes se te habían pasado por alto.
Con la práctica, desarrollarás cada uno de tus sentidos, cada vez más.
Nota que, mediante los sentidos, podemos captar información del exterior y también del interior.

Mediante la meditación tomas la atención y la diriges hacia el interior, de modo que comienzas a ser consciente de las imágenes que haces, de lo que te dices y del tono en que lo haces, y de lo que con todo anterior te haces sentir. Con la práctica, empiezas a notar partes de ti mismo que antes no sabías que estuvieran ahí. Tomas consciencia de músculos alrededor de la caja torácica, y de la cantidad de sensaciones que puedes sentir en el abdomen y hacia el plexo solar. Realmente hay todo un universo ahí para explorar, para descubrir tensiones que se han acumulado durante años y aprender a aliviarlas. Practicando, cada día vas aflojando más y más y te notas más y más relajado, hasta el punto de que un par de respiraciones equivalen a un placentero masaje interno.

Poco a poco vas tomando consciencia de una serie de sensaciones sutiles, e identificas intuiciones y corazonadas. Te puedes permitir relajarte más y más, pensar menos, darles menos vueltas a las cosas, y a la vez ser más eficiente. Relajas la razón para ir abriendo paso a la intuición, una inteligencia inconsciente compuesta de porciones de información tan sutil que pasan por debajo del radar cuando las percibes. Pero tu mente inconsciente capta esa información, la registra y te la comunica de maneras que puedes aprender a reconocer. Desarrollar los sentidos es el principio de un viaje en el que, literalmente, cambiarás tu mundo. Estás ampliando el rango de información que puedes percibir con tus sensores. Eso significa más información. Mucha más.

Mi propia experiencia

En mi experiencia, he atravesado algunas etapas de confusión al ir afinando cada vez más mis sentidos. Al pasar a captar más información, descubrí que carecía de maneras de interpretarla, organizarla e integrarla. Sencillamente, era demasiada información para poder manejarla de la manera en que estaba acostumbrado a hacerlo. Poco a poco, fui aprendiendo a integrar ese exceso de maneras útiles y beneficiosas, y pienso que es un proceso que iré repitiendo a medida que continúe desarrollando mis sentidos, lo cual es mi intención. Mi vida es ahora enormemente más rica y placentera que hace unos años, así que quiero más.
En pocas palabras, puedo permitirme sentirme mucho más relajado que antes en cualquier contexto de mi vida, y a la vez todo me funciona mejor. A principios del siglo XXI, el cerebro límbico todavía da demasiados falsos positivos. Hace tiempo que se extinguieron los tigres de dientes de sable, así que conviene actualizar el cableado interno para adaptarse a las facilidades de la vida moderna y disfrutar de más tranquilidad, más quietud, más eficiencia y más riqueza en la propia experiencia de la vida.
Y recuerda: es bueno sentirse bien. Puedes hacer más de eso.

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